Sor Juana Inés de la Cruz
Qué mejor que a partir de la obra de nuestra bien llamada Décima Musa, tengamos como pretexto abordar hoy las reseñas o recomendaciones de lectura de cada semana.
Por fortuna pertenezco a las últimas generaciones que en preparatoria estudiaron etimologías grecolatinas, filosofía y por supuesto Lengua y Literatura Española, y además con niveles de exigencia y profundidad muy elevados. Esto nos permite a muchos de esta generación disfrutar con otro alcance, y con diferente percepción no sólo la creación de belleza poética de Sor Juana en las rimas, seguidillas, endechas, autos, sino también sus obras más refinadas como el “Primero Sueño”, la “Carta atenagórica”o la “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz”.
Muchos consideran a Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana no sólo como una escritora insigne, sino como un símbolo de la equidad de género e inspiradora de que las mujeres pudieran acceder a la intelectualidad. Ciertamente una tarea nada fácil en la sociedad mexicana del siglo XVII, en la cual las mujeres estaban relegadas o a casarse y tener hijos o bien a dedicarse a la vida conventual.
Sor Juana eligió el segundo camino, pero con el apoyo de sus mecenas y en particular de la virreina María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, Condesa de Paredes convirtió paulatinamente su celda de clausura en una biblioteca y laboratorio, en donde hacía su vida investigando, leyendo y dedicándose a aprender cuando más podía de todo lo que estaba a su alcance.
Los personajes de la corte la visitaban para hacerle encargos y componer poemas, dedicatorias, autos y toda suerte de florituras literarias que sin duda dejaban un ingreso a la comunidad religiosa y a ella le permitían contar con tiempo para dedicarse a lo que más amaba: el conocimiento.
No nos sorprenda que esto haya sido así. En diversas épocas personas de talento optaron por la vida religiosa con tal de disponer de espacio para crear, en lugar de enrolarse en la rutina de vida social que exigía el momento. Por ejemplo Antonio Vivaldi, que si bien fue compositor, violinista y sacerdote católico, tuvo muchas amantes y llevó una vida más bien mundana que conventual.
Volviendo a Sor Juana, muchos tuvimos el tiempo y el acompañamiento de maestros para adentrarnos paulatinamente en su obra. En lo personal recuerdo piezas como “Finjamos que soy feliz”, “Este amoroso tormento”, la redondilla “Hombres necios que acusáis” (muchos pueden citar el primer verso, aún sin saber quien lo compuso), “Este, que ves, engaño colorido”, “Amado dueño mío” entre lo que podríamos decir que es su obra profana.
Al auto sacramental de “El Divino Narciso” que leímos completo en nuestras clases y diversas loas, y muchos villancicos.
En cuanto a teatro, me gustan sus dos composiciones “Los empeños de una casa” y “Amor es más laberinto” (que el de Creta, se entiende). Obviamente sus prosas están plenas de ingenio, discernimiento y erudición como la Carta Atenagórica y la Respuesta a Sor Filotea que he mencionado.
Considero que cualquiera que ame a la literatura en nuestro idioma debe leer no una sino varias veces estas obras y además el Primero Sueño, el único “papelillo” que Sor Juana afirmó haber compuesto por iniciativa propia. Este poema está considerado como el pináculo de la poesía del Siglo de Oro, una obra de gran calado y profundad que para mi gusto supera el propio culteranismo de Luis de Góngora por la bellísima filigrana expresiva y poética, así como por la estructura que se va desenvolviendo cuando el lector se abandona al disfrute de la obra.
Decía Borges que es muy complicado escribir poesía en forma libre y que primero tienen que dominarse las formas clásicas como sonetos, liras, décimas, etc. antes de acometer la libertad de la ausencia de métrica. Cuando no se tiene esta maestría, muchos de los que escriben en formato “moderno” generan solamente basura y pérdida de tiempo cuando uno quiere leerlos. La obra poética de Sor Juana exhibe un dominio absoluto de las métricas y las formas clásicas que para nuestros lectores modernos, acostumbrados a la inmediatez minimalista del whatsapp o del tweeter, les podrán parecer abstrusos, o de plano creados en otra lengua.
Yo recomiendo en este día abrir de nuevo nuestros libros, sobre todo de poesía ya sean de Sor Juana o no, y que volvamos a disfrutar de la cadencia, riqueza y luminosidad de nuestra lengua. Para quienes dominen literariamente un segundo o tercer idioma, las oportunidades se multiplican.
Claro hay todo un apartado y estudios que hablan de la relación más personal entre Juana y Lysi (como se refería Sor Juana a la Condesa de Paredes), y demostrado está tanto por sus poemas como por numerosos testimonios y documentos de la época, que entre ellas hubo algo más que la poetisa y la mecenas. Muchas de los romances, romancillos y redondillas si bien se dijo que ‘eran por encargo’ realmente ocultaban el tipo de cercanía que había entre estas dos mujeres, separadas no sólo por el rango realeza-plebeyo, sino por una sociedad recalcitrantemente conservadora (hasta la fecha en muchos aspectos) que hacía imposible una dimensión de amor diferente. Pero eso bueno, es otra historia que bien vale la pena anotar en la lista de pendientes. Ver por ejemplo el artículo https://elpais.com/…/03/29/actualidad/1490761165_233141.html
Termino por hoy y me despido con una nota personal. Tanto leímos a Sor Juana en nuestra clase de Lengua y Literatura, que cuando leo sus poemas escucho en mi cabeza las voz profunda y cálida de Mauricio Brehm, quien nos abrió las puertas de esta belleza literaria y quien además sabía de memoria todas las obras que leíamos en clase. Nos corregía de inmediato cuando pronunciábamos mal una palabra o decíamos mal la frase de tal poema, o del auto sacramental que analizábamos.
Supongo que por eso, muchos de estas generaciones quedamos enganchados de la lectura, la poesía y los cuentos, aún y cuando nos dedicamos a actividades profesionales que podrían pensarse como diametralmente opuestas.
A la memoria de Mauricio…
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