miércoles, 28 de diciembre de 2016

Telefonía IP

Los sistemas de telefonía a través de las redes de datos IP (conocidos por sus siglas VoIP) están entre los desarrollos tecnológicos que más rápidamente crecen a nivel mundial. Esto se debe a que -a pesar de la disponibilidad de múltiples servicios y opciones que ofrecen Internet y las modernas redes de datos- el uso de la voz humana como herramienta de comunicación sigue siendo el medio por excelencia para el contacto personal, de negocios, educativo o de capacitación y muchos otros más. Los equipos VoIP permiten transmitir tráfico telefónico desde las líneas conmutadas tradicionales a través de las redes locales y de área amplia que conectan sucursales, campus y oficinas de las organizaciones. De esta forma se logra tener un tráfico paralelo de voz junto con el habitual de datos para las aplicaciones cotidianas (correo electrónico, servicios de información, etc.), los sistemas de seguridad y monitoreo, y muchos más.


Si bien es necesario contar con el contrato de un proveedor que brinda el servicio de líneas telefónicas analógicas o digitales (red conocida como PSTN), una vez que la señal se recibe en el conmutador VoIP el tráfico se convierte a datos electrónicos y se administra por la empresa, la cual puede configurar adecuadamente sus servicios de voz. A través de la telefonía IP se ofrecen los servicios tradicionales de un conmutador analógico como llamada en espera, correo de voz, conferencias tripartitas o bien operadoras automáticas. Sin embargo esta tecnología permite generar nuevos servicios que se adaptan y crecen conforme lo requiere una empresa como: acceso vía web para hacer o recibir llamadas, consulta de los mensajes recibidos ya sea en audio o en texto, uso de teléfonos inteligentes o tabletas con software que permite tener una extensión en el dispositivo a través de la red de la empresa, teléfonos de software (con programas conocidos como softphones) para brindar comunicación en la computadora móvil, la tableta o equipo de escritorio.

 Entre otros recursos se pueden crear salas de juntas virtuales donde puede combinarse el acceso de un expositor, un conferencista o profesor con un grupo al cual se le presente por ejemplo un informe o capacitación. Para que esto opere los participantes solamente tienen que marcar un número de acceso predeterminado y se enlazan automáticamente conforme las capacidades de tráfico del sistema lo permiten. Así en las instituciones empresas y organizaciones educativas, es posible abrir espacios virtuales de trabajo con expositores, o bien contar con asesores programas tanto presenciales como en linea. Las aplicaciones para lograr la interacción de personas y grupos dispersos son prácticamente inagotables y ofrecen beneficios significativos como el ahorro en viáticos, tiempos de traslado y presencia de las personas con el mínimo efecto en sus actividades cotidianas.

Por medio de las redes de área amplia se pueden asignar extensiones a equipos remotos como laptops y teléfonos VoIP, los cuales pueden responder y hacer llamadas como si estuvieran dentro de las oficinas principales. También es posible usar conexiones de datos tipo VPN hacia dispositivos móviles para realizar la misma funcionalidad y con ello las personas quedan en todo momento localizables para la empresa ya sea que usen un plan de datos móviles o que estén conectados a una red remota como cuando asisten a juntas, congresos y eventos. También es posible desviar llamadas a los números celulares en caso de que no estuviese disponible la red de datos o cuando las condiciones de seguridad externas pudieran impedir el tráfico telefónico.



Además existen teléfonos VoIP con cámara integrada y softphones que acceden a la cámara de tabletas y laptops con los cuales se pueden realizar llamadas con videoconferencia a través del conmutador, integrando las conversaciones telefónicas y la red de datos en un solo servicio.

Los sistemas abiertos que hemos conocido en el mundo del software como Linux, tienen su equivalente en el ámbito de la telefonía IP a través de versiones especializadas como Elastix, la cual puede emplearse tanto en servidores con tarjetas telefónicas para la PSTN y que operan como sistemas PBX, como en equipos dedicados que vienen listos para instalarse en los racks de comunicaciones. Normalmente los entornos VoIP basados en estas tecnologías abiertas tienen un costo de adquisición más asequible que otros sistemas propietarios y conservan muchas de las ventajas del software abierto.


martes, 20 de diciembre de 2016

Cuando la tecnología es una falsa herramienta educativa

Desde hace varios años tanto en México como en otros países se ha presentado el fenómeno de que los gobiernos federales y estatales obsequian computadoras portátiles o tabletas a profesores o alumnos de diferentes niveles educativos. La premisa subyacente es que con el acercamiento o uso de estos dispositivos, el acceso a Internet (si lo hay de buen nivel en la escuela o universidad que corresponda), y el uso extensivo de software pre-instalado que se cree con adecuadas propiedades didácticas, se mejora en varios órdenes la calidad de la educación, ya no digamos instantánea, sino mágicamente. De hecho en las licitaciones de deja abierto a los proponentes elegir qué paquetes informáticos contengan los equipos con elementos tan genéricos como “tener un software para líneas de tiempo, una tabla periódica, una enciclopedia digital”, etc.

En muchos casos, el regalo tecnológico NO va acompañado de una transformación reflexiva de la práctica docente y esto lo aseveramos tanto en el sentido de considerar al instrumento técnico como una herramienta que puede ser integrada en las actividades de los diferentes cursos a través de una valoración crítica de sus posibilidades y la experiencia del profesor; como en el de que la utilización de dichos sistemas modifica desde sus propiedades funcionales los alcances, metodologías y en general la praxis de los maestros ante sus grupos. Si las tabletas no van acompañadas de guías didácticas para su uso en los cursos, manuales de mejores prácticas, consejos técnicos para uso, conservación y actualización de su software o hardware, y la combinación efectiva con los recursos didácticos ya presentes en las escuelas, estos instrumentos se convierten solamente en la novedad y en el estar a la vanguardia por decir ‘estar a la moda’. Es la falacia del medio como resultado.



Independientemente de la calidad de los equipos que se regalan (en su mayoría equipos baratos, hechos masivamente con escasos controles de calidad), las garantías de largo plazo contra fallas en sus componentes críticos, las posibilidades de actualización del software (que en muchos casos es imposible realizar de manera masiva puesto que carecen de un portal o nube que permita tener al día el repertorio de programas instalados y sólo permite hacerlo por medio de una unidad USB, equipo por equipo) o la poca intervención de un grupo de evaluadores docentes que determinen la pertinencia y adaptación de tal o cual paquete para su uso en los cursos de planes de estudio vigentes, la gran mayoría los alumnos emplean los programas preinstalados de manera parcial, no se diga los maestros.

Todavía hay profesores que no dominan el uso de las tabletas y mucho menos los programas que contienen, de forma tal que en su mayoría estos sistemas son simplemente ‘visores’ de Internet, de correo electrónico, de redes sociales, Wikipedia para la consulta rápida de datos, el “googleo” famoso y ausente del un criterio formado en el estudiante para discriminar la información, etc. En muchos casos, quien esto escribe ha sido testigo de que los alumnos -algunos más avezados que sus profesores- han cambiado el sistema operativo y le han instalado aplicaciones diferentes y por supuesto, juegos.



Lamentablemente hay pocas experiencias que hayan evaluado el uso de la tecnología en este tipo de proyectos donde la electrónica es un regalo novedoso en sí, pero está desvinculada de una estrategia formativa sólida. Un proceso educativo apoyado en tecnología debería integrar la capacitación de los profesores, la modificación de estrategias didácticas, la integración con otros medios ya presentes en las escuelas como proyectores, videocámaras, Internet (¿alguien sabe qué fue de los sistemas de Enciclomedia, por ejemplo?), el acceso de estudiantes y profesores en casa o en otros sitios a medios de comunicación y recursos que les permitan continuar creando la experiencia de aprendizaje post-clase, el uso de software educativo en la nube, el desarrollo de guías de aprendizaje para las asignaturas que incluyan la aplicación del repertorio de medios, la capacitación continua de los profesores y la investigación para inclusión digital pertinente. Ni que decir de la incorporación de prácticas como Networked Learning.



Ahora que andamos en tiempo de evaluaciones por aquí y por allá, es buen momento para detener derroches en tiempo y dinero, valorar los auténticos logros que se han tenido con estos apoyos digitales y retomar hacia una estrategia madura e integral en las diversas dimensiones del proceso formativo que emplee la tecnología como un apoyo.

Se corre el riesgo de haber alimentado a un elefante blanco que no integró eficazmente a las TICs como recursos sobre los cuales se haya hecho una reflexión amplia para su uso, y que nos hayamos centrado solamente en el uso extensivo por creer ingenuamente que se abate la brecha digital con fuerza bruta (¡miles y miles de tablets!) en lugar de la profundidad de la aplicación sensata de los medios en clase, ‘tanto cuanto’ sean apoyos para el acompañamiento didáctico del profesor a sus grupos.

Fue una buena idea, pero su implementación sigue siendo simplista.

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