La séptima función del lenguaje
Laurent Binet (1972)
El autor revive este hecho y lo vincula con la posibilidad de que no hubiese sido un simple accidente de tránsito, sino que Barthes fue asesinado para robarle un manuscrito que hablaba sobre la ‘Séptima función del lenguaje’ es decir, una función en el ámbito preformativo que “permite a quien la domina convencer a cualquiera de cualquier cosa en cualquier circunstancia”, una función que se sumaría a las seis funciones del lenguaje de acuerdo con las teorías del lingüista Roman Jakobson. Evidentemente el poder de este documento estriba en que a través del poder del lenguaje, quien domine su uso puede obtener lo que dese: sea un cargo político, un secreto tecnológico o el poder de una empresa. Con estos elementos Binet crea una novela que especula sobre un hecho histórico y bien conocido del mundo de la cultura, mezcla personajes reales con situaciones y otros textos o entrevistas que estos han generado y entreteje todo en un relato divertido, sorprendente y culto sobre el lenguaje, sobre la forma que esta creación evolutiva humana tiene para generar la realidad y contexto en donde vivimos.
No dejan de aparecer a lo largo de toda la obra las referencias más o menos directas a otras obras y a estos personajes que dan marco a la historia. Como el mismo Umberto Eco, quien escribió alguna vez sobre la ‘ironía intertextual’ en la cual se citan definitivamente y en otros casos se esbozan como al pasar otros libros, ensayos o corrientes ideológicas.
Como se dijo antes, no es necesario en ningún sentido estar familiarizado con estos referentes, y como lectores podemos pasar junto a ellos sin que esto reste atractivo, interés o comprensión de la obra, que además atrapa al lector por su amenidad y en muchos casos diría fraseo ostensiblemente cómico.
Otro elemento importante de la obra es que brinda homenaje al planteamiento de la teoría literaria contemporánea llamado “la muerte del autor” o la “desaparición del autor”, que ha sido desarrollado por muchos teóricos como el mismo Barthes, Foucault o Derrida: la novela está narrada como si viéramos una película, todo está en un primer plano y el autor prácticamente no aparece sino que tenemos una visión de lo que sucede como si estuviésemos en una sala de cine y todos los personajes comienzan a interactuar o a hacernos vivir su realidad, muchas veces intercalando o intercambiando planos de tiempo, de lugar y de perspectiva sobre el mismo hecho.
Esta manera de narrar logra que el lector ‘no sienta’ que hay un autor que le narra la historia, sino que el libro se convierte en sí en un instrumento a través del cual los personajes salen de las páginas para hacer una experiencia vivencial de la trama.
Esta es una novela publicada apenas en 2017 en su edición mexicana se convierte ya en una obra reconocida de la literatura moderna, que ha sido elogiada por muchos autores de fama mundial, al grado tal que ya se le comienza a considerar al autor como “esencial en las letras europeas”.
Vale la pena leer esta novela y disfrutar las peripecias del inspector Bayard a cargo de la investigación, ayudado por Simón Herzog un profesor universitario versado en semiótica, que a la manera de modernos Holmes y Watson se involucran en un caso misterioso que repentinamente tiene un alcance mundial.
Laurent Binet (1972)
Esta es una novela que puede leerse en varios planos, si uno no tiene formación en temas de lingüística, semiótica lo puede leer simplemente como una novela policíaca o si lo prefiere, como un thriller en el que el atropellamiento de Roland Barthes desencadena una serie de hechos que tejen la historia. Si el lector está familiarizado con ese plano del conocimiento y ha leído además a diversos autores que se vuelven personajes dentro de la obra (Umberto Eco, Phillipe Sollers, Lacan, Foucault o Julia Kristeva), entonces el disfrute puede multiplicarse por varios órdenes de magnitud.
Barthes, escritor, ensayista, filósofo y semiólogo francés fue atropellado en la primavera de 1980 cuando se dirigía a la universidad después de haber comido con Francois Miterrand, quien estaba a punto de convertirse en presidente de Francia.El autor revive este hecho y lo vincula con la posibilidad de que no hubiese sido un simple accidente de tránsito, sino que Barthes fue asesinado para robarle un manuscrito que hablaba sobre la ‘Séptima función del lenguaje’ es decir, una función en el ámbito preformativo que “permite a quien la domina convencer a cualquiera de cualquier cosa en cualquier circunstancia”, una función que se sumaría a las seis funciones del lenguaje de acuerdo con las teorías del lingüista Roman Jakobson. Evidentemente el poder de este documento estriba en que a través del poder del lenguaje, quien domine su uso puede obtener lo que dese: sea un cargo político, un secreto tecnológico o el poder de una empresa. Con estos elementos Binet crea una novela que especula sobre un hecho histórico y bien conocido del mundo de la cultura, mezcla personajes reales con situaciones y otros textos o entrevistas que estos han generado y entreteje todo en un relato divertido, sorprendente y culto sobre el lenguaje, sobre la forma que esta creación evolutiva humana tiene para generar la realidad y contexto en donde vivimos.
No dejan de aparecer a lo largo de toda la obra las referencias más o menos directas a otras obras y a estos personajes que dan marco a la historia. Como el mismo Umberto Eco, quien escribió alguna vez sobre la ‘ironía intertextual’ en la cual se citan definitivamente y en otros casos se esbozan como al pasar otros libros, ensayos o corrientes ideológicas.
Como se dijo antes, no es necesario en ningún sentido estar familiarizado con estos referentes, y como lectores podemos pasar junto a ellos sin que esto reste atractivo, interés o comprensión de la obra, que además atrapa al lector por su amenidad y en muchos casos diría fraseo ostensiblemente cómico.
Otro elemento importante de la obra es que brinda homenaje al planteamiento de la teoría literaria contemporánea llamado “la muerte del autor” o la “desaparición del autor”, que ha sido desarrollado por muchos teóricos como el mismo Barthes, Foucault o Derrida: la novela está narrada como si viéramos una película, todo está en un primer plano y el autor prácticamente no aparece sino que tenemos una visión de lo que sucede como si estuviésemos en una sala de cine y todos los personajes comienzan a interactuar o a hacernos vivir su realidad, muchas veces intercalando o intercambiando planos de tiempo, de lugar y de perspectiva sobre el mismo hecho.
Esta manera de narrar logra que el lector ‘no sienta’ que hay un autor que le narra la historia, sino que el libro se convierte en sí en un instrumento a través del cual los personajes salen de las páginas para hacer una experiencia vivencial de la trama.
Esta es una novela publicada apenas en 2017 en su edición mexicana se convierte ya en una obra reconocida de la literatura moderna, que ha sido elogiada por muchos autores de fama mundial, al grado tal que ya se le comienza a considerar al autor como “esencial en las letras europeas”.
Vale la pena leer esta novela y disfrutar las peripecias del inspector Bayard a cargo de la investigación, ayudado por Simón Herzog un profesor universitario versado en semiótica, que a la manera de modernos Holmes y Watson se involucran en un caso misterioso que repentinamente tiene un alcance mundial.
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