miércoles, 6 de septiembre de 2017

Formación por competencias y tecnología

En lo que respecta a proyectos de formación y capacitación para las empresas, el informe SCANS del Ministerio del Trabajo de Estados Unidos (1991) sigue siendo un referente de primer orden cuando hay que establecer las áreas, temas y procesos de actualización continua de los empleados. En este documento se definen las dimensiones de preparación que debe tener una persona colaboradora en una empresa y les otorga los nombres de: competencias, habilidades de base, habilidades de pensamiento y cualidades personales.


Las competencias base que señala el documento son aquellas que se consideran cruciales para la participación en las tareas de las organizaciones modernas, como gestión de recursos, habilidades tecnológicas, o capacidad para las relaciones interpersonales. Las competencias de base se consideran aquellas herramientas fundamentales de la preparación como la lectura, interpretación de instrucciones orales, aritmética y escritura. En lo tocante a las habilidades de pensamiento se incluyen hablar, tomar decisiones, pericia creativa y resolución de problemas. Las cualidades personales son aquellas que tienen que ver con el modo de ser de cada uno como responsabilidad, perspectiva ética, sociabilidad, proactividad y autogestión.

En el ámbito académico se considera crucial la formación basada en competencias y la abrumadora mayoría de instituciones en nuestro país ya están desempeñando su labor formativa bajo dicho esquema, con un sesgo muy fuerte hacia lo que entenderíamos como “competencias para el trabajo” o “habilidades para la labor”.



Evidentemente se trata de cuidar con mayor o menor éxito el traslado de conocimiento teórico hacia el estudiante sin descuidar las necesidad que tienen los egresados de colocarse rápidamente en el mercado laboral, para lo cual requieren contar con los conocimientos y las habilidades prácticas que demandan los nuevos puestos. Dicho sea de paso estas necesidades están cambiando debido a la actualización tecnológica sistemática, la elevada velocidad en el ciclo de vida de productos y servicios, así como el nivel incrementado de competitividad entre organizaciones. Todo esto está facilitado entre otras cosas por la cercanía comunicativa que brinda Internet. Precisamente, la red de redes acerca estrechamente a productores y consumidores, a competencia y proveedores, lo que deviene en un entorno atroz y cambiante de elevada rivalidad por la supremacía.

Sin embargo, por el otro lado se tiene una situación paradójica: las nuevas generaciones de estudiantes y profesionales se están acostumbrando a no leer, instigados quizá por la inmediatez que brindan los clics en la web, los likes en Facebook, los videos o imágenes que se envían por Whatsapp y demás, están perdiendo habilidades para una concentración sostenida y para la introspección requerida para vincular los nuevos saberes con la experiencia previa, o para comprender cabalmente el fundamento que causa un bien o servicio, o que sustenta un proceso productivo o una política administrativa.



Nos encontramos así en un escenario contrapuesto donde por una parte los requerimientos de la ‘vida real’ son exigentes, cambiantes y crecientes, los cuales demandan cada vez una preparación más profunda y adaptativa; pero por el otro muchos capacitadores o docentes no tienen la preparación para acompañar efectivamente la formación de sus aprendices, ni éstos a su vez dominan las habilidades básicas de pensamiento, comunicativas, de análisis, manejo de medios, resolución de problemas, etc.

Sabemos que no tiene sentido y sería erróneo plantear un alto en el camino para reflexionar, menos aún detener las tendencia de la globalización. En México, un usuario promedio de redes sociales y otros medios comunicativos móviles dedica hasta 20 horas por semana al seguimiento y toma de contacto con los integrantes de sus redes, sin embargo un gran porcentaje de ése tiempo está enfocado puramente en temas lúdicos o trivialidades, dejando de lado las enormes posibilidades de estos recursos para el crecimiento, formación y capacitación. ¿Qué sucedería por ejemplo, si estas personas dedicaran 1 hora diaria a leer, a prepararse de manera sistemática y reflexionar?

Pues sucedería que tendrían aún 13 horas para la interacción en línea, y que habrían leído un libro cada semana. Así de sencillo es.


Las organizaciones que desean extender sus procesos de formación y capacitación, las universidades y centros de entrenamiento deberán encontrar el justo medio entre tecnología, contenidos, interactividad y socialización. Las plataformas LMS modernas que se emplean para la capacitación en línea reconocen el gran potencial todavía inexplorado de las redes sociales, y el profundo efecto formativo que puede tener el aprendizaje informal vinculado con los procesos institucionales de mejora continua en las habilidades del personal.

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