De acuerdo con Idris Motee de Idea Culture, el tiempo medio que un ejecutivo dura en su cargo ha pasado de diez años en 1990 a poco menos de tres en la época actual; las empresas que sobreviven a la fase de arranque inicial ha disminuido a 12.5 años y luego desaparecen. Además, de todas las fusiones y absorciones de empresas que se producen, apenas un 20% crean valor efectivo para sus clientes y más del 50% destruye el valor que tenían antes de intentar integrarse. Estos cambios sin duda están vinculados con la planificación estratégica, la cual se sigue desarrollando con estrategias y metodologías creadas para otra época y otras dinámicas, en pleno movimiento de efervescencia comunicativa, ciclos acelerados de productos, hiperconectividad y acceso instantáneo a la información.
Encontramos que la teoría clásica de las decisiones y sus habituales herramientas son útiles a la hora de evaluar lo que ya se ha creado. Por ejemplo la contabilidad es buena para registrar los hechos y explicar qué pasó, pero fracasan cuando es necesario abordar -ya no digamos definir- los problemas que se supone deberían resolver estos instrumentos.
Por ejemplo, hace pocos meses un famoso festival al aire libre que se celebra en León debió suspender sus actividades debido a fortísimas rachas de viento que hicieron imposible el desarrollo de sus actividades, ante lo cual los organizadores señalaron que en “x años que se tiene celebrando el festival nunca se había presentado este clima”… Es decir, se pretende enfrentar el contexto actual y hasta el futuro haciendo una proyección de los hechos del pasado. La actualidad y los nuevos retos no tienen historia, sino que se definen y atienden conforme aparecen y por ende requieren otros recursos, un repertorio nuevo de saberes y diferentes competencias personales.
El enfoque de “Design Thinking” o “Pensamiento de Diseño” ha madurado como alternativa a la manera tradicional de generar la planeación estratégica en las empresas. Este es más que unas papeletas de colores para organizar ideas, una manera novedosa de generar mapas conceptuales o la forma de administrar los procesos (los cuales se basan todavía en sistemas como Six Sigma, cuartos de comando, eficacia de producción masiva, diagramas de Pareto y de causa-efecto). Enfrentamos graves desajustes organizacionales porque la administración moderna sigue empeñada en ejecutar modelos de coherencia, formalismo, análisis de decisiones y predictibilidad que tratan de eliminar cualquier variación en los procesos… Cuando lo normal es que dicha variación se presente a cada momento de manera natural. Estamos siendo coercitivos y perdiendo la apuesta de antemano.
Erróneamente se sigue una línea de acción tendiente a eliminar la alteración en el desempeño que por ende se opone a los modelos predictivos clásicos, en lugar de apoyar la aparición de cambios que produzcan alteraciones positivas en una dirección provechosa para la empresa. El Pensamiento de Diseño trata de provocar los cambios en el sentido del mejor desarrollo ya para la corporación en sí, sus productos y sus clientes desde un punto de vista holístico, integrador y antropocéntrico.
La planificación estratégica estaba fundamentada en la información histórica para respaldar la toma de decisiones con lo que el problema consistía en encontrar los datos suficientes y usarlos en las actividades de prospectiva y análisis. Ahora con los llamados Grandes Datos o “Big data” la dificultad tiene tres aristas insoslayables: el volumen de información (que se origina en múltiples fuentes simultáneamente), el tipo de datos (expresados en varios formatos, desde clics en el sitio web de la empresa hasta razones financieras o reportes extraídos de las bases de datos) y la velocidad de adquisición (llegan en flujo cada vez vertiginoso).
El Pensamiento de Diseño ayuda a tratar con la complejidad para enfocar los resultados que debemos obtener de nuestros sistemas en términos de las necesidades de sus destinatarios. Como señala Motee, si “más del 80% de nuestros instrumentos van enfocados a capturar valor y no a crearlo” deberíamos centrarnos en la generación de conocimiento en lugar de aplicar las técnicas para operar una organización sin contratiempos. Seguimos buscando agilidad y estandarización en un entorno donde el principal reto YA es la creatividad.
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