68
La bailarina de Auschwitz
De Edith Eger
Sin duda, este ha sido uno de los libros más conmovedores, difíciles de abordar, inspiradores, tristes y motivadores que he leído en los últimos tiempos. Para quienes deben afrontar períodos complicados en la vida, evaluar sus respuestas ante el pasado o plantearse nuevos escenarios para el futuro, su lectura es obligada.
Formada como bailarina en una familia en la que el arte era un fundamento esencial para la convivencia, una bailarina en el campo de concentración representa no sólo el elemento diametralmente opuesto sino luminoso, una brecha que conduce hacia las nubes. La bailarina hostigada, torturada, famélica y a pesar de todo llena de visión por un mañana se vuvel grito y pretexto frente a la violencia, la injusticia y el horror. La novela escrita bajo el enfoque autobiográfico nos plantea la sutil justificación de planes, proyectos e ilusiones. Estos penden de un delgado hilo que puede ser roto en cualquier momento.
Edith Eger relata en primera persona su historia, un mosaico de vida extremadamente complicado desde el ser superviviente del horror de la persecución y genocidio que hicieron los nazis contra el pueblo judío en la Segunda Guerra Mundial, hasta su búsqueda personal por sanar las heridas, localizar nuevos horizontes en otro país y culminar un proceso de formación intenso y riguroso que la ha conducido a ser una reconocida terapeuta que orienta y ayuda a muchos, quienes llevan a cuestas difíciles situaciones de vida.
El texto habla en un tono vívido, relata desde sus primeras páginas el horror que vivieron Edith y Magda su hermana, cuando inició la persecución y genocidio en su pueblo de Hungría. Ella fue secuestrada junto con sus padres y conducida a Auschwitz, donde ellos fueron asesinados en las cámaras de gas. Desde entonces, se planteó una ruta de supervivencia que involucró tener la vista siempre en un horizonte de posibilidades y sueños, los cuales, junto con la presencia de Magda le permitieron sobrevivir al horror y encontrarse ambas posteriormente con su tercera hermana Klara. Ella había salido adelante ante un clima adverso tanto en la guerra como en los años posteriores, gracias a que escapó y que pudo proseguir su carrera como concertista de violín.
Edith comenzó un extenuante proceso de aprendizaje y crecimiento, debió mudarse a diferentes sitios primeramente para recuperarse de los meses vividos en el infierno del cautiverio (sometida por ejemplo a los caprichos del Dr. Mengele, quien le pidió una noche bailar para él y gracias a ello logró vivir en una fila de gente que no iba hacia la muerte), para luego para iniciar un su transformación y curación, que a la postre la conducirían a una vida en la que puede ayudar a otros a sanar y enfrentar diversas situaciones de la existencia.
Diría que el texto puede dividirse en dos partes, la primera cuando Edith sufre la atroz tortura de la guerra y las violaciones en el campo de concentración, la muerte y el terror. La segunda en la que inicia un plan de vida nuevo, que la lleva a estudiar, doctorase en psicología, divorciarse y volver a casarse con su marido Bèla, quien se convirtió paulatinamente no solo en su gran confidente, sino en su cómplice, amante, pareja y rumbo cuando ella debió volver a la Alemania donde tanto sufrió, con el pretexto de una conferencia especializada, pero bajo el secreto personal de llevar a cabo un proceso de sanación y perdón (no de olvido) en los mismos lugares donde alguna vez sufrió tanto.
En la última parte del libro la autora nos comparte diversas ideas y pinceladas de casos que ha tenido que apoyar o iluminar durante su consulta profesional y cómo estos le brindaron cuestionamientos profundos sobre el futuro, el sentido de su vida, el significado de la esperanza y las ansias de encontrar mañana -cada mañana- una razón o pretexto para enfrentar el exterminio genocida. A través de la lectura de los casos y pacientes que atiende Edith, nos encontramos con un cúmulo de historias parecidas en nosotros o nuestras familias o los amigos. No es una sección fácil de leer -aun habiendo pasado por la descripción de los horrores en los campos de exterminio- sobre todos para quienes están inmersos en un proceso de búsqueda, sanación, perdón o construcción de nuevos futuros. Los casos que describe la autora, no sólo desde su visión profesional sino humana, nos dejan un sabor de boca nutricio, aunque muchas veces amargo: representa la dicotomía entre a la enorme carga de pasado que todos llevamos y la ligereza etérea que tienen nuestras esperanzas de mejores mañanas.
Este texto es tan cálido, personal, inspirador, difícil, triste y motivante que sin duda recomiendo leerlo. De él -creo- todos podemos aprender y a través de plantearnos escenarios para un promisorio futuro común. Los saberes que deja en nuestra mente sin duda representan puertas abiertas hacia la esperanza. Es una obra inspiradora y plena que NO debes perderte.